El 6 de octubre se recordará el aniversario treinta y cuatro del sabotaje al avión civil cubano, que blanco de un acto terrorista, se precipitó al mar ese día de 1976, cerca de la costa en Barbados pereciendo las 73 personas que iban a bordo.
Los autores intelectuales de este brutal hecho Orlando Bosch Ávila y Luis Posada Carriles, siguen impunes amparados por sucesivas administraciones de Estados Unidos. Ambos residen con entera libertad en la ciudad de Miami.
El terrorista internacional Orlando Bosch, concibió este tipo de acto de terror para atraer, según su pensamiento criminal, la atención de sus agresiones contra Cuba.
En conversaciones con sus secuaces recordó como en la ciudad de Santa Clara, donde ejerció como médico pediatra, habían colocado allí una bomba en una zapatería. Los zapatos volaban por el aire, como resultado del efecto del explosivo, aunque satisfecho de esa violencia reflexionaba que esas pequeñas acciones, no eran suficientes, eran necesarios actos de mayor envergadura de más efecto propagandístico.
Con esa convicción el derribar aviones en pleno vuelo fue un objetivo largamente elaborado y probado por este terrorista y sus sicarios, en la década de los setenta. El terrorista buscaba realizar un acto de terror, que tuviera trascendencia, que no se pudiera minimizar, que llamara la atención hacia sus propósitos de derrocar por la vía del terror a la Revolución, era una paradoja para un médico de bebitos convertido en un asesino de la peor especie.
Este delincuente común es más que un terrorista internacional declarado y reconocido, es un fanático, extremista, que linda en lo patológico, lo que constata su larga historia de violencia y actuación criminal.
Un estudio de su perfil delictivo muestra rasgos marcados de erostratismo, concebido como la búsqueda de la fama y la celebridad a través de la delincuencia. Una elevada necesidad de reconocimiento derivada de su frustrado supuesto liderazgo en Cuba en la época estudiantil y laboral.
Así lo manifestó cuando detonó más de ochenta bombas dentro de los Estados Unidos en dos años entre 1967 y 1968; su notoria tendencia al magnicidio de Fidel Castro y la obsesión de hacer estallar aviones en pleno vuelo. Es, como dijeran las autoridades norteamericanas que evaluaron su admisión a los Estados Unidos, un criminal que emplea la violencia en su acción homicida para la búsqueda de gloria y notoriedad, su finalidad es convertirse en un personaje mítico, aunque para ello deba involucrar y victimizar a personas ajenas a sus planes perversos.
Esos sueños tenebrosos lo guiaron en 1968, cuando fundó la banda terrorista Poder Cubano e hizo detonar bombas en varias ciudades norteamericanas, los perfiló mientras estuvo en prisión en la cárcel de máxima seguridad de Marion, Illinois, después cuando pactó durante el gobierno de Richard Nixon, para ser liberado a cambio de salir del país para continuar ejerciendo el terrorismo contra Cuba y otros países.
El documento secreto del FBI, desclasificado y fechado el 1 de noviembre de 1976, donde se analizan los antecedentes del sabotaje al avión cubano en Barbados, se expresa que Acción Cubana intentó un ataque con bombas a la aerolínea Bahamas Air en el aeropuerto internacional de Miami el 27 de septiembre de 1975. Como se conoce, Acción Cubana fue el nombre que le dio Orlando Bosch, a su organización cuando se fugó de los Estados Unidos, para operar en América Latina, después la mutó a la Coordinación de Organizaciones Revolucionarias Unidas, CORU.
El 30 de noviembre de 1975, una noticia terrorífica apareció en el semanario Última Hora, de New York, donde fue divulgado un comunicado bajo el seudónimo de Ernesto de una organización denominada Poder Cubano-76. El texto se adjudicaba haber colocado dos bombas de tiempo en un avión de la línea aérea Bahamas Air, que regresaba de Nassau a los Estados Unidos. Por suerte los artefactos de muerte fueron encontrados y desactivados minutos antes de que la nave fuese abordada por sesenta y dos personas a bordo, en su mayoría ciudadanos norteamericanos, quienes se disponían a regresar a Miami
Funcionarios de la aerolínea confirmaron que los explosivos habían sido dispuestos de modo que explotaran en el momento en que el avión estuviese en pleno vuelo. Según Ernesto, la acción era en protesta contra el gobierno de Bahamas por la suspensión del permiso a los pescadores cubanos de la Florida, dedicados a la pesca de langostas. La motivación manifiesta, demuestra la demencia del terrorista.
Registros documentales existentes en los archivos de agencias norteamericanas especializadas en combatir al terrorismo doméstico mostraban que el nombre de Ernesto era la forma de identificarse de Bosch en sus comunicados, para acreditarse actos violentos y que Poder Cubano-76, era una versión actualizada de la banda que bajo su conducción, asoló con hechos de terror varios estados norteamericanos en la década de los sesenta.
Existía una relación directa y comprobada entre el Ernesto firmante del comunicado, con Orlando Bosch y la organización que se lo adjudicó, de todas maneras este fue sólo un adelanto macabro de lo que vendría después.
En enero de 1976 el terrorismo en Miami, era más que un dolor de cabeza para las autoridades, se había perdido el equilibrio, el control, los terroristas eran delincuentes comunes, que empleaban lo aprendido de la CIA, para extorsionar, asesinar adversarios, pugnar por espacios dentro de la mafia local, reinaba el caos dentro de los criminales anticubanos.
Se revisó minuciosamente la prensa contrarrevolucionaria posterior al comunicado de Poder Cubano-76 y no se había encontrado ningún tipo de desmentido por parte de esa organización. Es decir, a una banda terrorista le importó un bledo que se le atribuyera el intento de asesinato de sesenta y dos personas y no lo negara.
Llegó en junio de 1976 la creación de la mencionada organización terrorista CORU, que fue la sombrilla debajo de la cual se puso en marcha un extenso plan agresivo contra Cuba y otros países. El Caribe se convirtió en la principal plaza terrorista de los anticubanos. A esta oleada de terror, Bosch, lo calificó como: “Ataques revolucionarios a los intereses y representaciones castristas y sus cómplices en Costa Rica, Panamá, Jamaica, México y otros países.”.
El fracaso de hacer estallar al avión de Bahamas Air, lo frustró, pero a la vez lo impulsó a pretender nuevos intentos. Bosch le había confiado su plan al terrorista Gaspar Jiménez Escobado, y le expresó, que volar a un avión cubano sería el detonante que impediría silenciar su lucha para derrocar al Gobierno Revolucionario, haría temblar, según él, sus estructuras y acapararía la atención pública mundial. Igualmente anularía, o por lo menos frenaría, cualquiera aproximación o entendimiento entre los gobiernos de Estados Unidos y Cuba.
El terrorista sustentaba, que un hecho de tal magnitud aterrorizaría a las autoridades de los países de América Latina, que como resultado del acuerdo de la OEA, adoptado en junio de 1975, podrían estar en libertad de decidir unilateralmente el restablecer o no las relaciones con La Habana, había que mantener el aislamiento del régimen cubano, estimaba él.
Era la mente genocida de un terrorista en expansión, quien había expresado que los norteamericanos querían tumbar a Fidel Castro con la llamada guerra frontal, aniquiladora de los rojos, añadiendo que si la mitad de las bombas que Estados Unidos lanzó en Vietnam se las hubiera tirado a Cuba, ya estaría resuelto el problema. Era sólo un avance de lo que haría. Continuará…
*Es profesor e investigador universitario
1 de octubre de 2010
Véase del propio autor en el libro Los Años del Terror, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2006. pp. 112-115
Los autores intelectuales de este brutal hecho Orlando Bosch Ávila y Luis Posada Carriles, siguen impunes amparados por sucesivas administraciones de Estados Unidos. Ambos residen con entera libertad en la ciudad de Miami.
El terrorista internacional Orlando Bosch, concibió este tipo de acto de terror para atraer, según su pensamiento criminal, la atención de sus agresiones contra Cuba.
En conversaciones con sus secuaces recordó como en la ciudad de Santa Clara, donde ejerció como médico pediatra, habían colocado allí una bomba en una zapatería. Los zapatos volaban por el aire, como resultado del efecto del explosivo, aunque satisfecho de esa violencia reflexionaba que esas pequeñas acciones, no eran suficientes, eran necesarios actos de mayor envergadura de más efecto propagandístico.
Con esa convicción el derribar aviones en pleno vuelo fue un objetivo largamente elaborado y probado por este terrorista y sus sicarios, en la década de los setenta. El terrorista buscaba realizar un acto de terror, que tuviera trascendencia, que no se pudiera minimizar, que llamara la atención hacia sus propósitos de derrocar por la vía del terror a la Revolución, era una paradoja para un médico de bebitos convertido en un asesino de la peor especie.
Este delincuente común es más que un terrorista internacional declarado y reconocido, es un fanático, extremista, que linda en lo patológico, lo que constata su larga historia de violencia y actuación criminal.
Un estudio de su perfil delictivo muestra rasgos marcados de erostratismo, concebido como la búsqueda de la fama y la celebridad a través de la delincuencia. Una elevada necesidad de reconocimiento derivada de su frustrado supuesto liderazgo en Cuba en la época estudiantil y laboral.
Así lo manifestó cuando detonó más de ochenta bombas dentro de los Estados Unidos en dos años entre 1967 y 1968; su notoria tendencia al magnicidio de Fidel Castro y la obsesión de hacer estallar aviones en pleno vuelo. Es, como dijeran las autoridades norteamericanas que evaluaron su admisión a los Estados Unidos, un criminal que emplea la violencia en su acción homicida para la búsqueda de gloria y notoriedad, su finalidad es convertirse en un personaje mítico, aunque para ello deba involucrar y victimizar a personas ajenas a sus planes perversos.
Esos sueños tenebrosos lo guiaron en 1968, cuando fundó la banda terrorista Poder Cubano e hizo detonar bombas en varias ciudades norteamericanas, los perfiló mientras estuvo en prisión en la cárcel de máxima seguridad de Marion, Illinois, después cuando pactó durante el gobierno de Richard Nixon, para ser liberado a cambio de salir del país para continuar ejerciendo el terrorismo contra Cuba y otros países.
El documento secreto del FBI, desclasificado y fechado el 1 de noviembre de 1976, donde se analizan los antecedentes del sabotaje al avión cubano en Barbados, se expresa que Acción Cubana intentó un ataque con bombas a la aerolínea Bahamas Air en el aeropuerto internacional de Miami el 27 de septiembre de 1975. Como se conoce, Acción Cubana fue el nombre que le dio Orlando Bosch, a su organización cuando se fugó de los Estados Unidos, para operar en América Latina, después la mutó a la Coordinación de Organizaciones Revolucionarias Unidas, CORU.
El 30 de noviembre de 1975, una noticia terrorífica apareció en el semanario Última Hora, de New York, donde fue divulgado un comunicado bajo el seudónimo de Ernesto de una organización denominada Poder Cubano-76. El texto se adjudicaba haber colocado dos bombas de tiempo en un avión de la línea aérea Bahamas Air, que regresaba de Nassau a los Estados Unidos. Por suerte los artefactos de muerte fueron encontrados y desactivados minutos antes de que la nave fuese abordada por sesenta y dos personas a bordo, en su mayoría ciudadanos norteamericanos, quienes se disponían a regresar a Miami
Funcionarios de la aerolínea confirmaron que los explosivos habían sido dispuestos de modo que explotaran en el momento en que el avión estuviese en pleno vuelo. Según Ernesto, la acción era en protesta contra el gobierno de Bahamas por la suspensión del permiso a los pescadores cubanos de la Florida, dedicados a la pesca de langostas. La motivación manifiesta, demuestra la demencia del terrorista.
Registros documentales existentes en los archivos de agencias norteamericanas especializadas en combatir al terrorismo doméstico mostraban que el nombre de Ernesto era la forma de identificarse de Bosch en sus comunicados, para acreditarse actos violentos y que Poder Cubano-76, era una versión actualizada de la banda que bajo su conducción, asoló con hechos de terror varios estados norteamericanos en la década de los sesenta.
Existía una relación directa y comprobada entre el Ernesto firmante del comunicado, con Orlando Bosch y la organización que se lo adjudicó, de todas maneras este fue sólo un adelanto macabro de lo que vendría después.
En enero de 1976 el terrorismo en Miami, era más que un dolor de cabeza para las autoridades, se había perdido el equilibrio, el control, los terroristas eran delincuentes comunes, que empleaban lo aprendido de la CIA, para extorsionar, asesinar adversarios, pugnar por espacios dentro de la mafia local, reinaba el caos dentro de los criminales anticubanos.
Se revisó minuciosamente la prensa contrarrevolucionaria posterior al comunicado de Poder Cubano-76 y no se había encontrado ningún tipo de desmentido por parte de esa organización. Es decir, a una banda terrorista le importó un bledo que se le atribuyera el intento de asesinato de sesenta y dos personas y no lo negara.
Llegó en junio de 1976 la creación de la mencionada organización terrorista CORU, que fue la sombrilla debajo de la cual se puso en marcha un extenso plan agresivo contra Cuba y otros países. El Caribe se convirtió en la principal plaza terrorista de los anticubanos. A esta oleada de terror, Bosch, lo calificó como: “Ataques revolucionarios a los intereses y representaciones castristas y sus cómplices en Costa Rica, Panamá, Jamaica, México y otros países.”.
Luis Posada Carriles durante una marcha celebrada en Miami. Foto: Reuters
El terrorista sustentaba, que un hecho de tal magnitud aterrorizaría a las autoridades de los países de América Latina, que como resultado del acuerdo de la OEA, adoptado en junio de 1975, podrían estar en libertad de decidir unilateralmente el restablecer o no las relaciones con La Habana, había que mantener el aislamiento del régimen cubano, estimaba él.
Era la mente genocida de un terrorista en expansión, quien había expresado que los norteamericanos querían tumbar a Fidel Castro con la llamada guerra frontal, aniquiladora de los rojos, añadiendo que si la mitad de las bombas que Estados Unidos lanzó en Vietnam se las hubiera tirado a Cuba, ya estaría resuelto el problema. Era sólo un avance de lo que haría. Continuará…
*Es profesor e investigador universitario
1 de octubre de 2010
Véase del propio autor en el libro Los Años del Terror, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2006. pp. 112-115
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